Tres días después de llegar a Francia con el ánimo de explorar nuevas cosas, tuve que quedarme encerrada, de repente en la radio, periódicos y todos los medios de comunicación empezaron a emitir la catástrofe que sin pensarlo llegaría aquí muy pronto. Una pandemia que se estaba esparciendo por todo el mundo ya había logrado acabar con varios países de sur, centro y norte américa, no tuve tiempo de volver a saber de mi hermana ni tiempo de estar más informada sobre la situación, todo lo cerraron, todos tratamos de sobrevivir.

Ya han pasado 10 años en este encierro, eso creo por las arrugas que se ven marcadas bajo mis ojos, y tengo tanto tiempo libre y sin saber en qué emplearlo, que sigo preguntándome si algunos de los que han sobrevivido, han podido seguir utilizando la ropa, los carros y comiendo lo que a su paso se les antoja como caviares o comida chatarra. A mí sólo me acompaña una taza de café día, tarde y noche, una libra de arroz a la semana y algo de atún y un par de huevos, eso es lo que un carro de sanidad pasa dejando desde un carro semanalmente.

En este momento me vendría bien tener un celular, de esos que hablan solos, no me sentiría tan sola o loca, así no tendría que hablar sólo a la pared o con mi taza de café.

Tiempo después empecé a realizar pinturas que los empatizantes de ultraderecha catalogaron como revolucionarias, piezas críticas que mostraban cómo las grandes industrias lograban meterse en la mente de todas las personas y eran inducidas sin darse cuenta a comprar cosas innecesarias, ropa ultrasónica, comida chatarra, carros que vuelan, teléfonos que hablan solos y ni hablar de lo demás…Cosas que simplemente son tan innecesarias para vivir, y que en este momento me pregunto si realmente eso les ha servido para vivir, en este momento que yo llamo de los Zombis.

Años más tarde me tuve que mudar a Francia, porque las amenazas y muertes de mis amigos cercanos empezaron a hacer eco, y tuve que olvidarme de mi hermana, a ella también la amenazaron por mi culpa, o no fue tanto mi culpa creo, a nadie deberían matar o amenazar simplemente por mostrar lo que piensa y luchar por ello.
Nací el 20 de Julio de 1980 en Bogotá, la fecha de la independencia de Colombia. Tuve una niñez algo solitaria, mis padres eran músicos del grupo de rock alternativo The Beatles, desafortunadamente ese mismo año en que nací fueron asesinados por tratar de proteger a uno de los integrantes de ellos, John Lennon, así que quedé bajo el cuidado de mi hermana mayor la cual me llevaba 10 años. Después de todo ese suceso, me fueron gustando las artes, la literatura, la escritura, la pintura, y diferentes técnicas con que podía expresarme y liberar mis emociones. En el trascurso del tiempo, mi hermana se graduó de ciencias políticas, se casó y tuvo su familia, mientras yo me dedicaba a estudiar artes.

Mientras estudiaba artes se me ocurrió también indagar el comportamiento de las personas cuando compraban, o lo que los inducía a comprar algo; de repente quien esté leyendo mi relato después de todo esto, logrará entender si algo cambio durante este tiempo, yo no creo que viva para contarlo.